El amor de Dios es eterno, infinito e incondicional. Dios nos ama y este es un hecho verdadero, total. No puedo hacer nada para que Él me ame más o me ame menos ni puedo hacer nada para "merecer" su amor.
Aunque podemos aceptar esta VERDAD de modo intelectual, nuestra experiencia del amor humano es limitada, condicionada, imperfecta... por eso se nos hace, en cierto modo, incomprensible su Amor divino.
Sin embargo, aun cuando su amor es incondicional, Dios desea lo mejor para nosotros, por lo que no es indiferente al modo como elegimos vivir, a nuestras acciones. En su Sabiduría ha dispuesto lo que es mejor para nosotros y nos lo ha dicho en su Palabra, en los Mandamientos y, de modo actual, en la enseñanza apostólica y eclesial, que buscan iluminar nuestra conciencia, a menudo deformada por nuestros egoísmos y tendencias.
Dios no es "menos" Dios porque yo decida pecar, ignorarlo, rechazarlo... Quien se priva del mayor bien que es experimentar su Amor, soy yo mismo.
Dios espera siempre a mi conversión de corazón, no para "amarme más", sino para que yo ya no ponga tantos obstáculos a su Amor.
La acción del demonio y su enorme maldad aplicada a nosotros e incluso permitida hasta cierto punto por Dios y su Plan de Salvación, no es porque al maligno le interesemos, sino porque su intención es dañar a Dios, dañando a quienes Él ama.
No solo debemos enfrentarnos a nuestro propio egoísmo y naturaleza caída, sino también a la acción de este ser espiritual inteligente y sus secuaces, unos espirituales y otros, humanos. Nuestro combate es también contra fuerzas espirituales.
Vistas así las cosas, cómo podemos ir por la vida conformándonos con una experiencia mediocre del Amor de Dios y no buscar ese encuentro íntimo con Él siempre, cómo podemos ir por la vida sin buscar responder a su amor, cómo podemos pretender reducir el horizonte de nuestra vida a este mundo y a nuestras ocupaciones sin darle a Dios el tiempo, cómo podemos pretender triunfar sobre el maligno sin buscar fortalecernos siempre con la gracia de Dios...
Espacio personal de reflexión, inspiración, evangelización... y todo lo que se me ocurra.
viernes, 18 de septiembre de 2015
domingo, 15 de marzo de 2015
EN BUSCA DE LA INMORTALIDAD
El ser humano parece enfrascado en una batalla contra la muerte, persiguiendo el viejo anhelo de vencerla, o de vivir, al menos, muchos años más.
En la Sagrada Escritura el vivir muchos años se consideraba una bendición divina.
Si los avances de la medicina lograran una cada vez mayor esperanza de vida, qué consecuencias tendría en la vida de la sociedad?
Si llegase a ser usual que uno viviese 200 años, y uno conociera a sus tátara tátara nietos que implicaciones tendría para la vida familiar?
Qué consecuencias tendría esto en el sistema económico, en el sector salud, en la necesidad de proveer alimentos y servicios para una creciente población?
Y si esta esperanza de vida fuese muy costosa se ofrecería solamente a quienes tuvieran el dinero para pagarla?
Las generaciones más ancianas retendrían el poder impidiendo el desarrollo pleno de nuevas generaciones con nuevas ideas?
Se generalizaría la eutanasia a fin de deshacernos de algunos para dar cabida a otros? Se intensificarían las campañas anticonceptivas y el aborto para reducir aún más drásticamente los índices de natalidad? Se recurriría cada vez más a alimentos genéticamente modificados para poder dar de comer a tanta gente?
Cuando uno tiene un ser amado enfermo uno quisiera buscar por todos los medios, las medicinas y tratamientos para devolverle la salud, como si la vida terrena fuera destinada a la inmortalidad, la muerte fuese una enemiga y su aparición, una injusticia.
Es claro que la negligencia médica o la imposibilidad de recurrir a mejores hospitales o medicinas pueden ser causa de un fallecimiento que, al menos en esa ocasión hubiera sido pospuesto. Es totalmente deplorable e inmoral el recurso a la eutanasia como acción que directamente busca la muerte de una persona. Es también reprobable el ensañamiento terapéutico impidiendo el desenlace natural de la vida.
La verdad es que este continuo esfuerzo por alargar y alargar la vida humana me recuerda a la Torre de Babel, el ser humano luchando por alcanzar la inmortalidad con sus propios medios, un alargamiento que solo pospone lo mejor que podría pasarnos...
Porque a fin de cuentas resulta que la muerte ha sido vencida, que nosotros los creyentes sabemos que la muerte no es el final, que Cristo ha vencido de una vez por todas y que su muerte y resurrección lo han transformado todo. La muerte entonces se transforma en puerta de acceso a la inmortalidad ofrecida por Dios, a la eternidad pensada para nosotros no como continuo vivir terreno sino como transformación, como resurrección, como sorprendente y amorosa plenitud.
"Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga la vida eterna".
viernes, 13 de marzo de 2015
HOY FUI DE NUEVO A LA T1
Hoy fui de nuevo la T1 (Hospital Lic. Ignacio García Téllez). Voy con cierta frecuencia debido a que éste queda dentro del territorio de la parroquia donde sirvo y varias personas se acercan para pedir la atención espiritual a sus familiares internos.
Un señor anciano, seguramente familiar de algún enfermo, se me acercó para pedirme si le ayudaba a localizar un baño. Le preguntamos al guardia, quien me dijo que no sabía si había un baño cercano. Me acerqué a uno de los mostradores y la señorita, con mucha amabilidad me indicó que le pidiera a los de recepción que nos facilitaran sus instalaciones.
Como estos estaban muy ocupados, decidí preguntar a una de las trabajadoras sociales quien nos dio las indicaciones para llegar a los "baños públicos" más cercanos dentro del hospital...
No diré más. Simplemente fui sorprendido. Al hospital acude un río de gente, entre los enfermos y sus familiares. ¿Será posible que no tengan las instalaciones suficientes, limpias, dignas y bien ubicadas y señalizadas?
Pero esto es solo "la punta del iceberg". Es de todos sabido que la T1 ha sido desbordada en su capacidad: no hay camas, medicinas, personal, quirófanos, ambulancias, etc. suficientes para hacer frente a la cantidad de enfermos de Yucatán y el sureste que son enviados ahí. Debo decir que en cuanto al personal en general siempre he observado un excelente trato y que son profesionales intentando realizar su labor con los escasos recursos de que disponen.
Por otro lado, uno se entera de los auténticos viacrucis humanos de los que son testigos las paredes de la T1: enfermos durmiendo sentados porque no ha camas, tratamientos que deben ser interrumpidos porque no hay las medicinas, operaciones interminablemente pospuestas porque el quirófano tuvo que ser usado por otro paciente más grave, una multitud de personas que pernoctan ahí, al aire libre durmiendo sobre cartones en espera de poder escuchar el parte médico o ver a su familiar a la "hora de visitas", largas horas y "colas" para pedir cita, recibir cita, ser atendidos en farmacia, etc.
Dentro de esta enorme catedral del dolor, sé que Cristo está presente, ayudando, consolando, sacando lo mejor de las personas, dando esperanza, obrando milagros ordinarios y extraordinarios... Sé que el dolor ofrecido tiene un enorme potencial salvífico y que unido a la Pasión de Cristo es parte de la gran mesa eucarística del inmenso altar de la humanidad: «Me alegro por los padecimientos que soporto por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1. 24). Sé que la presencia de sacerdotes, religiosas, laicos con fe profunda (incluidos muchos médicos, enfermeros y trabajadores sociales) hacen de este espacio, un lugar más humano y creyente. Incluso me cuestiono si no sería necesario un sacerdote de tiempo completo en estos enormes hospitales para confesar, ungir, celebrar misas, aconsejar, infundir ánimos, defender derechos, etc., un sacerdote que no tuviera que ir allí "además" de todo lo que debe hacer en la parroquia. Experimento la falta de solidaridad incluso entre los mismos sacerdotes que se niegan a atender a sus propios feligreses porque están muy complicados (se olvidan que los párrocos de las parroquias cercanas igual lo estamos). Admito la violencia interna que ocurre en mí cuando te piden ir y rompen tus planes y tu organización. No dejo de insistir en que no se debe esperar a que la persona esté agonizando, sino que el enfermo debe recibir una atención espiritual oportuna.
Sin embargo, en mi permanece la pregunta: ¿no tenemos derecho a recibir una atención médica de excelencia? ¿Por qué hemos de soportar estas vejaciones a la dignidad del anciano, que con pena miraba el "baño" que al fin habíamos encontrado, y de tantos enfermos y familiares? ¿Dónde van a parar las cada vez más altas cuotas obrero-patronales? Las personas en muchas ocasiones ya no se quejan, solo bajan su mirada resignadas. Me niego a aceptar que la resignación sea la única salida.
Un señor anciano, seguramente familiar de algún enfermo, se me acercó para pedirme si le ayudaba a localizar un baño. Le preguntamos al guardia, quien me dijo que no sabía si había un baño cercano. Me acerqué a uno de los mostradores y la señorita, con mucha amabilidad me indicó que le pidiera a los de recepción que nos facilitaran sus instalaciones.
Como estos estaban muy ocupados, decidí preguntar a una de las trabajadoras sociales quien nos dio las indicaciones para llegar a los "baños públicos" más cercanos dentro del hospital...
No diré más. Simplemente fui sorprendido. Al hospital acude un río de gente, entre los enfermos y sus familiares. ¿Será posible que no tengan las instalaciones suficientes, limpias, dignas y bien ubicadas y señalizadas?
Pero esto es solo "la punta del iceberg". Es de todos sabido que la T1 ha sido desbordada en su capacidad: no hay camas, medicinas, personal, quirófanos, ambulancias, etc. suficientes para hacer frente a la cantidad de enfermos de Yucatán y el sureste que son enviados ahí. Debo decir que en cuanto al personal en general siempre he observado un excelente trato y que son profesionales intentando realizar su labor con los escasos recursos de que disponen.
Por otro lado, uno se entera de los auténticos viacrucis humanos de los que son testigos las paredes de la T1: enfermos durmiendo sentados porque no ha camas, tratamientos que deben ser interrumpidos porque no hay las medicinas, operaciones interminablemente pospuestas porque el quirófano tuvo que ser usado por otro paciente más grave, una multitud de personas que pernoctan ahí, al aire libre durmiendo sobre cartones en espera de poder escuchar el parte médico o ver a su familiar a la "hora de visitas", largas horas y "colas" para pedir cita, recibir cita, ser atendidos en farmacia, etc.
Dentro de esta enorme catedral del dolor, sé que Cristo está presente, ayudando, consolando, sacando lo mejor de las personas, dando esperanza, obrando milagros ordinarios y extraordinarios... Sé que el dolor ofrecido tiene un enorme potencial salvífico y que unido a la Pasión de Cristo es parte de la gran mesa eucarística del inmenso altar de la humanidad: «Me alegro por los padecimientos que soporto por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1. 24). Sé que la presencia de sacerdotes, religiosas, laicos con fe profunda (incluidos muchos médicos, enfermeros y trabajadores sociales) hacen de este espacio, un lugar más humano y creyente. Incluso me cuestiono si no sería necesario un sacerdote de tiempo completo en estos enormes hospitales para confesar, ungir, celebrar misas, aconsejar, infundir ánimos, defender derechos, etc., un sacerdote que no tuviera que ir allí "además" de todo lo que debe hacer en la parroquia. Experimento la falta de solidaridad incluso entre los mismos sacerdotes que se niegan a atender a sus propios feligreses porque están muy complicados (se olvidan que los párrocos de las parroquias cercanas igual lo estamos). Admito la violencia interna que ocurre en mí cuando te piden ir y rompen tus planes y tu organización. No dejo de insistir en que no se debe esperar a que la persona esté agonizando, sino que el enfermo debe recibir una atención espiritual oportuna.
Sin embargo, en mi permanece la pregunta: ¿no tenemos derecho a recibir una atención médica de excelencia? ¿Por qué hemos de soportar estas vejaciones a la dignidad del anciano, que con pena miraba el "baño" que al fin habíamos encontrado, y de tantos enfermos y familiares? ¿Dónde van a parar las cada vez más altas cuotas obrero-patronales? Las personas en muchas ocasiones ya no se quejan, solo bajan su mirada resignadas. Me niego a aceptar que la resignación sea la única salida.
martes, 10 de marzo de 2015
CATÓLICOS FUERTES
Señor Jesucristo, somos descendientes de católicos mexicanos valientes que sufrieron el martirio por defender la integridad de la fe católica. Hoy, muchos católicos permanecen indiferentes frente a los proyectos de reingeniería social que buscan desatar la persecución contra la Iglesia. Otros católicos se convierten en defensores de las causas masónicas o confunden respeto con aceptación promoviendo leyes sin querer ver la trascendencia de éstas.
Haz surgir una nueva primavera de católicos fuertes y firmes en su fe, convencidos y fieles a la enseñanza de Cristo y de la Iglesia, capaces de ser valientes profetas en nuestro confundido mundo, dispuestos a dar su vida por ti en la fidelidad.
Haz surgir una nueva primavera de católicos fuertes y firmes en su fe, convencidos y fieles a la enseñanza de Cristo y de la Iglesia, capaces de ser valientes profetas en nuestro confundido mundo, dispuestos a dar su vida por ti en la fidelidad.
NOTA: CON OCASIÓN DEL RECURSO PARA IGUALAR LA UNIÓN ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO AL MATRIMONIO
In necesariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas - En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad (San Agustín).
En la gran familia de Iglesia hay lugar para muchas "posturas", hay quien habla de izquierda y derecha en la Iglesia, de tradicionalismo y progresismo, de sacramentalismo y pastoralismo... Y en muchos temas podemos pensar diferente. Pero un tema fundamental, que requiere la unidad de todos los católicos es el de la defensa de la familia como unidad de hombre y mujer en orden a la ayuda mutua y a la procreación y educación de los hijos.
Nadie debe atreverse a redefinir la familia, y mucho menos hacerlo por motivos ideológicos o de derechos ¿humanos? inexistentes.
En su defensa no confluyen argumentos exclusivamente religiosos, sino del bien común y del bien de la sociedad, y especialmente el bien y derecho del niño.
Basados en "estudios" tendenciosos e ideológicos se pretende imponer a la sociedad la redefinición de la familia.
En concreto, la "naturalización" de la tendencia homosexual, sus "derechos", etc.
Extrañamente, se busca legislar sin entender. Antes de legislar, debiéramos comprender el origen de esta tendencia, pues si no, podríamos estar legislando y decretando una falsa "naturalidad". El problema es que los pocos investigadores que quieren aproximarse al fenómeno sin ideologizarlo, caen en la batalla del presupuesto, pues realmente no importa al discurso actual que no está interesado en la verdad (ni siquiera aquella científica). Con esta premisa se financia los estudios pro-gay y se les difunde como verdades absolutas. Mención aparte merecen algunas facultades yucatecas de psicología que enseñan la ideología de género como verdad. También la SEP ya está adoctrinando a nuestros hijos en esta "visión".
Víctimas del adoctrinamiento promovido por los ideólogos pro-gay, y por el gran argumento infundado de la "homofobia", los políticos, los magistrados y por supuesto el ciudadano "de a pie" repiten los mismos sofismas. Por eso no es de extrañar que en muchos debates, la única voz discordante sea la de los católicos, lo que pareciera corroborar que lo hacen "solo por motivos religiosos" y se desprecian sus argumentos como "fanatismo". Se equivocan quienes ofenden así a los católicos, cuyo "pecado" es el no rendirse ante la adveniente dictadura totalitaria gay.
Nos prohibirán el derecho a hablar contra esta
Mientras estás nubes negras siguen acercándose a Yucatán, las tormentas de la Inquisición gay está ya enjuiciando personas en aquellos países que se creyeron y legislaron "derechos y libertades" para este movimiento.
Me entristece que en este tema tan fundamental, muchos católicos no se dan cuenta de su mportancia, permaneciendo en un silencio cómplice.
Pero me entristece muchísimo más que entre los principales promotores se encuentren hermanos míos católicos, cuando deberían ser los primeros en darse cuenta del grave daño que se intenta imponer a la sociedad.
Hermanos católicos, la defensa de nuestras familias requiere que salgas de tu comodidad. Conoce, entiende y asume las razones por las que tu Iglesia se opone a estas leyes... Quizá seas tachado de fanatismo, de homofobia, etc. Es la típica estrategia.
Pero tu silencio en este combate solo favorece a la imposición de estas normas equivocadas.
Ahí vienen los candidatos... Haríamos bien en exigirles que obedezcan nuestro mandato como ciudadanos en este y muchos temas.
Nadie debe atreverse a redefinir la familia, y mucho menos hacerlo por motivos ideológicos o de derechos ¿humanos? inexistentes.
En su defensa no confluyen argumentos exclusivamente religiosos, sino del bien común y del bien de la sociedad, y especialmente el bien y derecho del niño.
Basados en "estudios" tendenciosos e ideológicos se pretende imponer a la sociedad la redefinición de la familia.
En concreto, la "naturalización" de la tendencia homosexual, sus "derechos", etc.
Extrañamente, se busca legislar sin entender. Antes de legislar, debiéramos comprender el origen de esta tendencia, pues si no, podríamos estar legislando y decretando una falsa "naturalidad". El problema es que los pocos investigadores que quieren aproximarse al fenómeno sin ideologizarlo, caen en la batalla del presupuesto, pues realmente no importa al discurso actual que no está interesado en la verdad (ni siquiera aquella científica). Con esta premisa se financia los estudios pro-gay y se les difunde como verdades absolutas. Mención aparte merecen algunas facultades yucatecas de psicología que enseñan la ideología de género como verdad. También la SEP ya está adoctrinando a nuestros hijos en esta "visión".
Víctimas del adoctrinamiento promovido por los ideólogos pro-gay, y por el gran argumento infundado de la "homofobia", los políticos, los magistrados y por supuesto el ciudadano "de a pie" repiten los mismos sofismas. Por eso no es de extrañar que en muchos debates, la única voz discordante sea la de los católicos, lo que pareciera corroborar que lo hacen "solo por motivos religiosos" y se desprecian sus argumentos como "fanatismo". Se equivocan quienes ofenden así a los católicos, cuyo "pecado" es el no rendirse ante la adveniente dictadura totalitaria gay.
Nos prohibirán el derecho a hablar contra esta
Mientras estás nubes negras siguen acercándose a Yucatán, las tormentas de la Inquisición gay está ya enjuiciando personas en aquellos países que se creyeron y legislaron "derechos y libertades" para este movimiento.
Me entristece que en este tema tan fundamental, muchos católicos no se dan cuenta de su mportancia, permaneciendo en un silencio cómplice.
Pero me entristece muchísimo más que entre los principales promotores se encuentren hermanos míos católicos, cuando deberían ser los primeros en darse cuenta del grave daño que se intenta imponer a la sociedad.
Hermanos católicos, la defensa de nuestras familias requiere que salgas de tu comodidad. Conoce, entiende y asume las razones por las que tu Iglesia se opone a estas leyes... Quizá seas tachado de fanatismo, de homofobia, etc. Es la típica estrategia.
Pero tu silencio en este combate solo favorece a la imposición de estas normas equivocadas.
Ahí vienen los candidatos... Haríamos bien en exigirles que obedezcan nuestro mandato como ciudadanos en este y muchos temas.
No estás solo en tu dolor
NO ESTÁS SOLO EN TU DOLOR...
Hay situaciones en la vida cuando la pregunta del porqué no puede ser respondida, la del para qué no se vislumbra aún... Cuando lo único que uno puede hacer es abrazar a la persona y decirle "no estás sola en tu dolor".
Les pido una oración por todos los papás de recién nacidos y por estos niños cuyo pronóstico es un, a nuestros ojos, anticipado encuentro con Dios. Sé que los tiempos de Dios son perfectos...
Hay situaciones en la vida cuando la pregunta del porqué no puede ser respondida, la del para qué no se vislumbra aún... Cuando lo único que uno puede hacer es abrazar a la persona y decirle "no estás sola en tu dolor".
Les pido una oración por todos los papás de recién nacidos y por estos niños cuyo pronóstico es un, a nuestros ojos, anticipado encuentro con Dios. Sé que los tiempos de Dios son perfectos...
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